¿Cómo entender que durante la conmemoración de los 200 años de una de las batallas más importantes para la independencia de Suramérica de la corona española alguien venga con el trillado concepto del “hegemón”? Para el que no le suene, esta palabra significa “la supremacía que un Estado ejerce sobre otro”.
Digamos que en la historia contemporánea venezolana la conmemoración de esta gran fecha nunca tuvo que ver con tambores ni ritos de santería; mucho menos gente vestida de gris o de blanco, ni amaneceres con cohetones. Siempre fue una fecha patria, pero jamás una oportunidad para instaurar costumbres que nada tienen que ver con Venezuela ni su historia. Mucho menos con la mayoría de los ciudadanos.
Y si la gente piensa que este editorial exagera, basta ver la reacción de la Conferencia Episcopal Venezolana, que emitió un comunicado e hizo uso de las redes sociales para pedirles a los fieles católicos (mayoría en el país) que elevaran sus oraciones para la protección de la patria. Otra cosa es que la fecha de la Batalla de Carabobo coincida con la Fiesta de San Juan, que es una celebración popular en toda la costa del país, pero nada tiene que ver con ritos traídos de las Antillas, por decir lo menos.
De cualquier modo, el ministro de guerra del régimen está convencido de que están librando una tercera batalla de Carabobo porque trata de defender otra vez la independencia. “No es la democracia que los hegemones del mundo pretenden imponernos, eso es otra cosa, pero es la democracia que nosotros, después de Carabobo en 1821 (…) los venezolanos y las venezolanas decidimos darnos”.
Además de pasado de moda y mentiroso, porque nadie está tratando de imponer nada desde afuera (a menos que juzguen por su condición), es exagerado. Lo que sucede es que el modelo que él asegura defender a capa y espada nada tiene que ver con democracia; es una copia al carbón de la tiranía que tiene 60 años en una pequeña isla del Caribe, de la que copian hasta la santería. Los venezolanos nunca decidieron que querían ser como Cuba, como China, como Rusia, ni mucho menos como Irán. Esos sí son malvados “hegemones” que quieren apoderarse de este territorio para asegurar ventajas en contra de Estados Unidos. Y esa pelea no es nuestra.
Así que es mejor que el ministro rojo deje de dar discursos inflados de patriotismo, porque esta conmemoración tan venezolana este año se tiñó de extranjero y no por culpa de los que se oponen al régimen. Habrá que organizar una verdadera conmemoración cuando esta pesadilla haya acabado. Ojalá no pasen 200 años para liberarnos de este yugo.
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